martes, 20 de febreiro de 2018

Lluvia.

                                                       LLUEVE
Llueve con fina insistencia sobre los autos que circulan por la nacional 550, los limpiaparabrisas trabajan sin descanso sobre la superficie de cristal de las lunas delanteras y traseras para hacer posible la visibilidad de los conductores humanos, vestidos la mayoría con ropas impermeables y provistos de los obligados paraguas de su libre elección. Después la gran sequía del “veroño”, Galicia recupera sus reservas hídricas y el dominante verdor de su paisaje fantástico se impone por todas las partes delante de los ojos del espectador asombrado. Se recuperan los agostados manantiales y los humanos de la región más bonita del país, se defienden a su manera de las pequeñas branquias proto anfibias que a algunos ciudadanos se les empiezan a formar por detrás de sus pabellones auditivos. La sangre de la tierra, la necesaria lluvia, pronto cansa, los humanos rechazan el papel de ser como peces de colores en el interior de un gran acuario verdoso.
Ahora la compañía eléctrica de toda la vida: Gas natural Fenosa, debería aflojar la presión y rebajar el recibo de la luz, pero ya nadie cree a estas alturas en semejantes transparencias del sentido común y la lógica. Ahora mismo se impone la ingeniería financiera de las grandes masas de capital anónimo en busca de la orgásmica rentabilidad y la lluvia es un accidente meteorológico que ni siquiera se puede vender en bolsas de plástico en las grandes áreas comerciales, como desearían algunos emprendedores de nuevo cuño, fanatizados en las escuelas de negocios y rehenes de los tan creativos viveros de empresas.
Por lo demás una ciudadana de ochenta y dos años realiza trabajos sociales para comunidad barriendo el suelo y ordenando las revistas de la sala de espera de los servicios sociales de un municipio de tercera categoría, por viejos problemas de convivencia vecinal. Los alumnos de secundaria de un colegio portugués transitan en doble fila india por el puente romano sobre el río Umia, crecido en Caldas de Reyes, camino de Santiago de Compostela, con mochilas a la espalda…y uno de ellos tropieza con el espejo lateral derecho de mi Panda Dynamic Yellow de ocho años, pero no pasa nada registrable, es la vida en movimiento, es una blusa que Loli Dios no puede cambiar por tercera vez al no encontrarse en el comercio la mujer que se la vendió, es una cafetería que se llama Torques ( en recuerdo del fabuloso tesoro hallado en la villa termal hace ya años) cerca del aparcamiento gratuito de la Tafona, es el desprendimiento de un implante dental Biocare el que me rompe la sonrisa tolerante…es como decía Ludwig van Beethoven: ”la misma lluvia la que en terreno inculto hace crecer zarzas y espinas, y en los jardines, flores”.

Viernes 16 de Febrero del año 2018. Por R.S. Lago.       

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